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La Toyota 4Runner es un modelo icónico que ha cautivado a los entusiastas de los SUV y los vehículos todoterreno desde su primera aparición. La tercera generación, que fue producida entre 1996 y 2002, se destacó por su robustez y versatilidad. En el año 2000, la 4Runner recibió un importante facelift que no solo modernizó su diseño exterior, sino que también mejoró su rendimiento y características interiores.

Diseño exterior

El facelift de la tercera generación del Toyota 4Runner trajo consigo una serie de cambios estéticos significativos. La parte frontal recibió una nueva parrilla, así como faros rediseñados que le conferían un aspecto más agresivo y contemporáneo. Los parachoques también fueron modificados para adaptarse a la nueva estética, y las líneas del vehículo se volvieron más pronunciadas, dando como resultado un perfil más dinámico y atrevido. Además, se ofrecieron nuevos colores y opciones de llantas que permitieron a los consumidores personalizar su 4Runner según sus gustos.

Motorización y rendimiento

El facelift de la tercera generación de la 4Runner trajo consigo mejoras notables en el rendimiento. Se mantuvo el motor V6 de 3.4 litros, que proporcionaba una potencia adecuada para las necesidades de conducción tanto en carretera como fuera de ella. La transmisión automática de cuatro velocidades fue afinada para ofrecer cambios más suaves y una mejor eficiencia de combustible. Además, la tracción en las cuatro ruedas se hizo más accesible, proporcionando mayor capacidad en terrenos difíciles, lo que la convertía en una opción ideal para quienes practicaban actividades al aire libre.

Interior y comodidad

El interior del 4Runner facelift también recibió su parte de atención. Se mejoraron los materiales de los acabados, lo que confería una sensación más premium al habitáculo. Los asientos eran cómodos y contaban con una buena ergonomía, proporcionando soporte en viajes largos. Se incluyó también un nuevo sistema de audio y opciones de conectividad que, aunque limitadas en comparación con los estándares actuales, estaban a la vanguardia en su momento. Los controles eran intuitivos, lo que facilitaba la experiencia de conducción.

Tecnología y seguridad

En cuanto a tecnología, el Toyota 4Runner de esta generación mejoró su equipamiento de seguridad. Las versiones más equipadas incluían airbags frontales para el conductor y el pasajero, así como frenos antibloqueo (ABS). Sin embargo, a pesar de estas adiciones, no presentaba muchas de las características de seguridad avanzada que hoy en día son comunes, como los sistemas de asistencia a la conducción. Aun así, su robustez y su construcción sólida brindaban un alto nivel de confianza a los conductores.

Versatilidad y espacio

Una de las grandes ventajas del 4Runner de la tercera generación era su versatilidad. Con capacidad para cinco o siete pasajeros, dependía de la configuración del asiento. Los asientos traseros eran plegables, lo que permitía aumentar significativamente el espacio de carga, lo que era ideal para aventuras al aire libre o para las necesidades cotidianas de una familia. Esta capacidad de adaptación lo convirtió en una opción muy popular entre las familias que necesitaban un vehículo confiable para diversas actividades.

Recepción y legado

El facelift de la tercera generación del Toyota 4Runner fue bien recibido tanto por la crítica como por los consumidores. Mantuvo la reputación de durabilidad y confiabilidad característica de Toyota, lo que lo convirtió en un vehículo de elección para muchas personas. Con el tiempo, se convirtió en un clásico en el mercado de SUV, y su legado perdura hoy en día, con muchos propietarios que todavía disfrutan de estos vehículos.

En conclusión, la Toyota 4Runner de tercera generación, especialmente después de su facelift, es un modelo que ha dejado una huella perdurable. Su combinación de diseño robusto, rendimiento sólido y versatilidad lo convierte en un referente en el mundo de los SUV, y un favorito entre los amantes de la aventura y la exploración.